Han clavado las puertas de su casa - le han dicho a los vientos
/que se ha ido.
Han vendido su anillo de diamantes y el periódico viejo con su
/nombre esmaltado en una esquina.
Han juntado sus óleos, sus vestidos y en una caja de cartón,
/doblada, también se olvida la tristeza.
Pero ni tú ni yo creemos que está muerto.
Han dicho que en ceniza y oscura greda se convierte.
Que han visto las raíces que lo cubren. Que ya nadie lo escucha.
Nadie, dicen.
Pero ni tú ni yo creemos que está muerto.
Han cubierto con paños los espejos. Arrancado el jazmín.
Con una vara dibujan en la arena el círculo de fuego.
Soplan sobre la hoguera.
Pero ni tú ni yo creemos que está muerto.
Han vendido su rastro. El delicado amor a la materia. Los objetos
feroces.
La tarde en que lloró de bruces, desolado por la falta de Dios.
Y dicen en las plazas que descansa de sueños y fatigas. Esa piedra
lavada.
Ese volcán de ágata fundida.
Pero ni tú ni yo creemos que está muerto.
Mejor dicho, creemos que está vivo y cercano.
viernes, 4 de abril de 2008
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